martes, 29 de septiembre de 2009

Comienzo en Budapest

Llevo cuatro días en Budapest. Cuatro días muy intensos y activos en los que hice un montón de cosas, tantas como en mi tierra natal podría hacer normalmente en una semana o quizá incluso dos.

Entre el ajetreo diario, tuve la oportunidad de formar primeras impresiones sobre esta, vamos a decirlo porque no mentiré, hermosa capital. Hermosa pero todavía algo decadente, aunque a todas luces emergente en todos los aspectos.

Llegué el viernes 25 de septiembre en un vuelo inolvidable, y no porque fuese extraordinario, no, sino porque fue mi primer vuelo. Sí, sé que resulta hoy en día muy extraño en un chico de veinte años el hecho de no haber nunca estado a bordo de un avión, pero así es, y me pareció agradable, cómodo y muy, muy tranquilo. Es precisamente lo que esperaba, y sé que soy una persona muy tranquila, de nervios fríos, de modo que no tuve problema alguno. Un vuelo con la compañía húngara "Malev" de tres horas que, como decía, fue tranquilo y en cuyo trayecto se nos ofreció, a los pasajeros, catering gratuito. El aterrizaje fue suave, pero al parecer, no digno de los "típicos" aplausos a la tripulación por parte de los pasajeros. La hora de llegada fue a las 17:20, aproximadamente.

Una vez en tierra y tras recoger mi equipaje, me encontré con uno de los empleados de la inmobiliaria con la que contraté piso desde España. Su cartel rezaba mi nombre, de modo que me presenté, y en un inglés de acento nuevo para mí, me invitó a seguirlo hasta el coche ayudándome con el equipaje. Este hombre me dio una primera impresión de la forma de conducir de los húngaros: desastrosa. No sólo atendió el teléfono móvil varias veces durante el trayecto, y sin manos libres, sino que también realizó varias llamadas. O sea, que no es que se tratase de la típica llamada de urgencia o de última hora que no se puede realizar en otro momento, no... creo que lo hacía por practicar el cambio con la derecha, con la izquierda... en fin, lo que se conocería por completo como "conducción temeraria": cambios con ambas manos, el móvil pasando de una a otra, maniobras rápidas y bruscas, etc. Por suerte no era este el piloto de avión. Pero aunque transgresor de las normas de tráfico, el hombre me trasladó sano y salvo hasta la puerta de mi edificio. El sol comenzaba ya a ponerse durante el trayecto. Eran a estas alturas las 18:30, más o menos.

Este conductor me ofreció un plano de la ciudad, y me dio algunos consejos mientras esperábamos al encargado de traerme las llaves del piso. Éste tardó unos 5 ó 10 minutos en presentarse allí. Una vez con nosotros este joven encargado (de poca edad más que yo), el conductor se despidió de él en húngaro con un apretón de manos, y de mí con otro y con un "Good luck, boy!".

Subí al piso acompañado de este chico y su novia. Me enseñaron el piso, me dieron el contrato y un inventario con lo que debería haber en el piso para que lo comprobase todo, y si faltaba algo, informar de ello. Me explicó cuáles eran los contadores de luz, agua fría y agua caliente, y gas. Luego se despidieron de mí quedando para el día siguiente darle noticias del inventario y ver si estaba todo en orden.

Inmediatamente después de la despedida me quedé completamente solo. No tenía cobertura en el móvil (no había contratado "roaming" con Movistar y ahora tenía el móvil como un bonito y caro pisapapeles. Tenía que ponerme en contacto con mis padres como habíamos acordado al salir en el avión, así que probé Internet. No, no funcionaba. La incomunicación estaba servida. Salí a la calle tras decidir comprar algo para cenar y de paso utilizar una cabina de teléfono. Al salir al portal la noche ya estaba encima a las 19:00. Lo primero fue intentar utilizar una cabina, pero no hubo manera. Lo marcaba perfectamente (prefijo extranjero a España y el número de mi madre, tanto fijo como móvil), pero nada. Salía la operadora diciendo sólo Dios y los húngaros sabe qué. Intuí que no se podrían hacer llamadas internacionales de esa forma (con monedas), y que haría falta una tarjeta. En eso parecían insistir las instrucciones húngaras de la cabina con dibujitos y flechitas. Abandoné mi cometido de comunicarme con mis padres y como tenía hambre, compré algo en una tienda, no sin el inconveniente del idioma: digan lo que digan, en las calles de Hungría (al menos de Budapest) el inglés es nulo o muy limitado entre la gente. Es más común, sin embargo, y sobre todo en gente mayor, el alemán. Así que tuve que servirme yo mismo de las estanterías y por mímica y balbuceos que me hacían parecer estúpido, pedir algunas otras.

Llegué a casa con la moral baja: sudado, con una compra mediocre y sin aras de comunicación con alguien que hablase mi idioma o al menos el inglés, uno que yo entendiese. Y ya no hablemos de mis padres, que supuse estarían de los nervios no sabiendo absolutamente nada de mí. Fue esto lo que me incomodó e inquietó, pero ante la situación... me duché, comí algo, me cepillé los dientes y me acosté pensando en "lo siento, papá y mamá, no puedo hacer nada por hoy. Mañana será otro día, y me empezaré a mover". Dicho y hecho. Aquella noche dormí como un tronco, y a la mañana siguiente me puse las pilas. Ni moral baja ni nada parecido, adelante y a lo que viniese. Siendo previsor, me había comprado leche y "Nesquick", así que pude desayunar eso y unas tostadas completamente desnudas. ¡Aquí no hay ColaCao! ¡Gran desgracia para mí... malas noticias!

Entre el sábado y el domingo conocí a otros compañeros. Además de eso, conocí los alrededores, fui hasta el Consulado, hice una compra seria en un centro comercial cercano metiendo toda la compra en la maleta grande (gran idea, por cierto) y me hice una tarjeta de prepago con Vodafone para llamadas nacionales. Gracias a un compañero, pude contactar con mis padres ese mismo sábado para que supieran que estaba perfectamente y pudiesen respirar tranquilos.

A partir de aquí todo fue más sencillo. Hasta hoy, mucha actividad: registro en el Consulado por si las moscas, visita a las oficinas de Kategora para recoger la copia del contrato en húngaro, faltante y necesaria para presentar en inmigración más adelante por obtener el permiso de residencia, registro en el College (presentar certificados de pago, fotografías y demás documentación, etc.)... en fin, cosas que había que hacer ya mismo. Aún quedan cosas por hacer, entre ellas la apertura de una cuenta bancaria, ir a inmigración, etc. Todo ello completa y absolutamente en inglés, claro, exceptuando la ayuda de una chica de la inmobiliaria que habla español, y que nos ayudará con las cuentas bancarias. Y digo ayudará porque eso aún está por venir.

Por ahora me despido. Escribiré en breve.

¡Saludos!